MISHA BIES GOLAS. Poner recto un mondrian y otras piezas de catálogo

El trabajo de Misha Bies Golas se desarrolla a través de objetos encontrados o traídos de la realidad que, sin renunciar a su identidad, podrían ser una y mil cosas distintas. Más que representar, su trabajo consiste en seleccionar y relacionar objetos fuera de su contexto normal. Objetos que en la sala de exposiciones, una vez asociados los unos con otros, se tornan extraños, pudiendo parecer cómicos a la vez que herméticos.

De manera grandilocuente, las vanguardias históricas situaban el primer punto de su programa estético en la cancelación total de la distancia entre vida y arte. Más modesto tanto en los materiales empleados como en los gestos que articulan su estrategia, Misha Bies Golas parece conformarse con subrayar la inadecuación radical que media entre vida y arte. Así, la polisemia de la palabra “catálogo”, usada en el mundo del arte y también en el trabajo diario del sastre, sirve al artista para jugar de forma paradójica con distintas estructuras formales que hacen referencia a un muestrario de movimientos artísticos como el constructivismo o la pintura y escultura minimalista, sobre los que el artista de forma indirecta reflexiona.

Puestos a comprender el funcionamiento de sus trabajos más allá de la materialidad misma que prometen, merece la pena recordar cómo las cosas, una vez convertidas símbolos, dejan de tener un significado único, pasando a depender del contexto. Su significado es, pues, posicional: tal y como sucede en la serie de ensamblajes que el artista utilizar para jugar con el emplazamiento y las disposición de las cosas en el espacio o, también, en los conjuntos pictóricos de aparentes cuadros monocromos que son en realidad libretas colgadas como cuadros o librillos de papel de fumar.
A su vez, la apropiación de textos que tocan el arte y la literatura, de Mondrian a Beuys pasando por Barthes, son muchas y heterodoxas. Y a pesar de su literalidad, como sucede con unos títulos de obras que describen neutralmente lo que son, a veces no resultan tan evidentes, sino que funcionan de forma metafórica, articulando un guiño que deja entrever una broma o un gag visual. Establecer la diferencia entre ironía y humor siempre ha sido un asunto delicado. Se puede ser gracioso mientras se es, al tiempo, crítico. La operación se gesta siempre desde una economía de medios como la que organiza el trabajo de Misha Bies Golas. Pocos objetos y gestos pequeños garantizan así máximos significados potenciales. Los chistes funcionan a partir de un principio de condensación: cuando más limpia sea la elisión operada entre las cosas, más leve sea la acción y más inesperado sea el remplazo, más profunda será también la dislocación que se opera en nuestra mente.

Un proyecto comisarial de Alfredo Aracil.

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